Vanessa trabaja como personal de estación desde 2015 en atención al público.
Desde La primera reunión que mantuvimos con Iván Ferrándiz y Cesar Sala, en las oficinas de NAFTË, supimos que estábamos ante una empresa que, a pesar de ser muy joven, se consolidaría gracias su profesionalidad, a un proyecto fuerte e innovador y a un equipo con gran calidad humana.
Tras un cuidado y meticuloso proceso de selección, Vanessa Navarro se perfiló como la candidata ideal para el puesto de expendedora en una de sus gasolineras.
Vanessa es una mujer menuda, pero con un gran tesón. Todos los que la conocemos disfrutamos de su gran sonrisa y de las palabras amables y cálidas que tiene para todo el mundo siempre. Era eso lo que Iván y Cesar buscaban, alguien orientado hacia el cliente, que le hiciese sentirse acogido, valorado y apoyado. Tras un periodo de formación en el puesto de tres semanas, Vanessa pasó a formar parte de la plantilla de Naftë en octubre del 2015, hace ya cinco años.
Tenemos que destacar el papel que todas sus compañeras han desempeñado, tanto en la vida laboral como en el ámbito personal de Vanesa. Desde el primer momento le brindaron todo su apoyo, la incluyeron como a una más y se implicaron en este proyecto.
A lo largo de estos años además, esta empresa, a través de Iván Ferrándiz, ha colaborado con la Fundación Down Zaragoza en numerosas ocasiones y el apoyo e interés que tiene por su trabajadora, va más allá del aspecto meramente profesional.
Vanessa nos cuenta su experiencia en primera persona:
“Los primeros días de las prácticas estaba súper nerviosa. No sabía cómo serían las tareas ni si sería capaz de hacerlas. Cuando fui a la nueva gasolinera que habían inaugurado en la calle Miguel Servet incluso me perdí. Por suerte Javi, mi preparador laboral, siempre estaba ahí para apoyarme. Eso me tranquilizaba. Cuando ya casi estaban a punto de acabar las prácticas, Pedro vino con una caja en la que estaba toda mi ropa de empresa y los EPIs y me dijo que ya formaba parte de NAFTË. Me sentí muy feliz y di las gracias. Mis tareas son atender a los clientes, barrer, hacer facturas, reponer los guantes y limpiar los surtidores. Cuando montaron el lavadero tuve que aprender tareas nuevas y los programas del Box y del túnel. Con el Covid también he tenido que aprender a guardar la distancia y los protocolos que tenemos que seguir Sigo teniendo paciencia con los clientes y sigo sintiéndome feliz en mi trabajo. En estos cinco años me han dicho que he madurado, pero yo me veo igual. Estoy contenta, feliz, me encanta mi trabajo tanto que, cuando acabo mi jornada, las compañeras tienen que cogerme de la oreja para que me vaya a casa de una vez. He tenido mucha suerte”.
Vanessa Navarro, trabajadora de Naftë.