Ikea hace una apuesta clara por las personas con discapacidad.
Cuando pensamos en IKEA, a la mente nos vienen los colores, la alegría, sus espacios llenos de vida, la autenticidad y el compromiso.
Cuando empezamos a trabajar con Vanessa Jaime, Celia Santa Cruz y Andrea Vaquerizo, nos dimos cuenta de que ellas también reunían todas esas características. Desde el principio, la comunicación y el trabajo conjunto fue muy fácil y enriquecedor.
Les propusimos hacer un curso con varios jóvenes con discapacidad intelectual. El curso giraría en torno a las operaciones auxiliares en el punto de venta, pero estría centrado en su empresa, tato en los conceptos y procedimientos que desarrollaríamos e las clases teórico prácticas como en la formación en el entorno real. Nos dijeron que sí, pero lo mejor de todo es que lo hicieron con ilusión, implicándose desde el minuto uno en la formación de este grupo de chicas y chicos.
Además de aprender muchas cosas fué un curso que disfrutamos. Los alumnos nos comentaban el buen ambiente que se respiraba en esta empresa, la cercanía y profesionalidad de las personas que nos hicieron sesiones prácticas de formación, la paciencia y cariño con el que apoyaron el aprendizaje de estos jóvenes, todos los trabajadores que acogieron a alguno de ellos en su sección.
La llegada del confinamiento, provocó que la experiencia fuese más corta de lo que habíamos planificado, pero sabemos que todos, guardamos un recuerdo agradecido de las semanas que pasamos allí.
Después de esta experiencia y gracias a ella, Laila, una de las alumnas, comenzó a trabajar en el restaurante de IKEA. Pero sabemos que cuando haya nuevas oportunidades, contarán con nosotros. Trabajamos bien juntos y sobre todo, lo más importante, compartimos el objetivo de conseguir oportunidades de participación e integración de las personas con discapacidad intelectual.
