Seguro que habéis escuchado en multitud de ocasiones la frase “Todos somos iguales”. Es una idea cargada de buenas intenciones pero, ¿Cuánto hay de realidad en estas palabras?
Como sociedad tenemos que asegurar que todos somos iguales ante la ley, pero también deberíamos luchar porque se respeten nuestras diferencias. Nuestra forma de percibir, de sentir, nuestra historia personal, nuestras inquietudes y deseos, nuestra biología, cultura y personalidad, nos convierte en personas únicas, ni mejores ni peores, solo diferentes.
La diversidad es un hecho natural y debemos educar y educarnos en el respeto a la misma, y en el convencimiento de que esa diversidad nos enriquece.
El primer lugar en el que todos vivimos y experimentamos esta diversidad, de forma más cotidiana y evidente, es la escuela. Pero realmente y con el corazón en la mano, ¿los miembros de la comunidad educativa están preparados para dar respuesta a lo diferente y educar de forma inclusiva?
Gracias al trabajo que Fundación Down Zaragoza realizamos con los centros educativos, sabemos que ésta es una tarea difícil. Por todo ello, el departamento de postemprana, empezamos a diseñar acciones que facilitaran este proceso. Tras analizar la situación, decidimos que, además de la coordinación que ya realizamos de forma habitual con los profesores de los centros educativos en los que están integrados nuestros chicos, queríamos desarrollar talleres en los centros educativos dirigidos a profesores, familias y alumnos.
Nuestro objetivo es romper falsos mitos, proponer un cambio de mentalidad, educar en el respeto, entender cómo se sienten las personas con discapacidad intelectual y sus familias cuando no facilitamos su inclusión.
Por tanto, la actitud tanto del profesorado como de los alumnos y sus familias va a ser determinante en este proceso, ya que el aprendizaje se crea en las interacciones que el alumnado tiene con toda la comunidad, dentro y fuera del centro educativo.
Nuestro trabajo se concreta en tres ámbitos:
Con los profesores realizamos sesiones formativas en las que reflexionamos conjuntamente sobre las necesidades de sus alumnos, sobre la importancia del trabajo conjunto y la integración social y sobre las dificultades que surgen tanto en las aulas como en los espacios no estructurados. En estas sesiones facilitamos pautas, recursos y materiales que faciliten y mejoren su labor educativa.
Con el alumnado realizamos distintas dinámicas que les permiten experimentar en su propia piel, cómo se siente alguien que es excluido, alguien que no puede participar como uno más. Es frecuente escucharles decir “esto es muy injusto, quiero participar” “Yo quiero estar con mis compañeros”. Trabajando con el lema “TODOS IGUALES, TODOS DIFERENTES”, queremos transmitir a niños y niñas las diferentes capacidades que tenemos las personas y cómo todos tenemos algo que aportar al conjunto. Las personas con discapacidad intelectual precisan apoyos en algunas actividades pero hay muchas que podrán realizar con autonomía, siendo uno más. Estas dinámicas y materiales se adaptan a las distintas edades de los chicos y los profesores muchas veces nos dicen que son un punto de inflexión que permite continuar trabajando en estos valores con ellos en el aula
Con las familias intentamos acercar la realidad de estos alumnos para que haya un mayor grado de conocimiento y comprensión de diversas situaciones. Hablamos de la importancia del modelo que ofrecen a sus hijos y que es a partir de ahí desde donde podemos educar a los hijos e hijas en el valor de la diferencia, el respeto y la inclusión real.
Ya son 15 colegios los que se han unido a este proyecto, y cada año se van sumando más.
Seguro que el esfuerzo de tantas personas con una misma inquietud y un mismo objetivo, conseguirá transformar la realidad y que se acerque cada vez más a lo que deseamos y necesitamos.
Irene Langarita Garcés